martes, 7 de febrero de 2012

Nos dejó plantados en este mundo raro...

24 de Enero de 2009

Dos días después de celebrar mi cumpleaños, salta a todos los medios de comunicación la desaparición de una chica sevillana de mi edad, en aquel momento nadie sabía nada sobre aquella tal Marta qué había sido vista saliendo de su casa por última vez...

24 de Enero de 2012

Misma estampa, tres años después. Dos días después de reunir a mis amigos a celebrar de nuevo mi cumpleaños, recibo la llamada de una de mis amigas preguntándome si quiero acompañarla a "ver" a Marta, a esa chica que nadie conocía, pero que todos hemos acabado teniendo presente en algún momento.

Salgo de casa sin saber qué voy a encontrarme, subida a un vagón de metro en el que no puedo ni respirar, pensando que tal vez, alguno de esos ocupantes tiene la misma intención que yo... Llego por fin a ese punto de referencia en el que quedé con mi amiga, esa catedral tan bonita que tiene la ciudad que nos vio nacer. Saludo a mi amiga y miramos al fondo de la avenida, el tropel de miles de personas que avanzan tras una pancarta gritando a la injusticia, con carteles que la recuerdan, con velas blancas como armas silenciosas, abrazando invisiblemente a los padres y familiares de esa chica, y a todos aquellos que no la conocían pero que la tienen presente... Miramos al fondo de la avenida... Ahí viene Marta...

lunes, 2 de enero de 2012

Immolation. Hans Zimmer

Cerrad los ojos. Escuchad. Disfrutad.

domingo, 1 de enero de 2012

Elige bien quién te guía

Cada nuevo año echo la vista atrás y me digo: ¿Me arrepiento de algo?, habitualmente mi respuesta suele ser dubitativa al principio, pensando que tal vez podría haber hecho las cosas mejor en determinados ámbitos o situaciones, pero tras pensar durante un rato, siempre llego a la misma conclusión, no, no me arrepiento de nada. En realidad todo viene dado por ese impulso que tenemos de replantearnos una y otra vez quienes somos y cómo hemos llegado a este punto. En mi caso, considero que una vista atrás puede enseñarte mucho, pero que pese a todo lo que te otorga la experiencia de ir ganando años, lo más importante no es lo que fuiste, dijiste o hiciste, si no lo que esas cosas han condicionado quien eres, qué dices o qué haces, y lo más importante de todo, lo que serás, dirás o harás.

Desde mi particular rincón sólo me queda desearos que lo que seréis, diréis o haréis sea siempre igual o mejor que lo pasado, porque para eso hemos echado la vista atrás, para aprender de los errores, así que en este año que se nos viene encima, este 2012 que los mayas tanto temían, os deseo que os rodeéis de toda la felicidad posible para que, ojalá siga aquí, cuando repasemos nuestro año dentro de 365 días, no nos arrepintamos de nada. Os deseo que en este 2012 os rodeéis de lo mejor, y que como dice un conocido anuncio "elige bien quién te guía".

Feliz año nuevo a todos, con mucho cariño.

lunes, 26 de diciembre de 2011

Parásitos

Si alguno de ustedes ha hojeado (sí, con H, mírenlo en la RAE) alguna vez un libro de biología, puede que se hayan topado con las relaciones entre distintos seres. Estas relaciones pueden ser de muchos tipos, pero los alumnos, sabios donde los haya para encontrar el camino ideal hacia conseguir la nota máxima con el mínimo esfuerzo, siempre nos estudiábamos las dos más importantes, las más llamativas, las relaciones simbiónticas y las parasitarias.

Si yo ahora tuviera que explicar a un imaginario niño qué es una relación simbióntica, probablemente le diría que piense en algún amigo que le haya pedido un favor, el niño automáticamente pensaría en Pepito Pérez que le ha pedido porfaplis que le cambie la estampa de Mourinho porque la tiene repe, y ahora le diría, bien, pues si tú le cambias la estampa por otra que a ti te hace falta, tendréis una relación de simbiosis, es decir, ambos sacaréis algo bueno el uno del otro.

Si por el contrario tuviera que explicarle qué es una relación parasitaria le pediría ahora que se centrara en otra idea, que pensara en Pepita Pérez (hermana de Pepito, sí, en esta familia no son muy originales con los nombres...), y es que Pepita, sabionda donde las haya, le regaló a mi pequeñajo un coche teledirigido porque a ella no le gustaba ese juguete de niños y quería el maletín de maquillaje de la Señorita Pepis, y ahora, con maletín y todo, sigue llamando tarde si y tarde también a mi casa para que mi niño le preste el cochecito de marras. En este caso, Pepita es tan poco solidaria que no sabe centrarse y conformarse en lo que tiene, si no que arde en su ferviente deseo de perturbar la paz y tranquilidad de los demás, Pepita ahí donde la ven, tan mona con sus coletas (si, pónganla en la mente, llenita de pecas y con cara de Pipi la de las trenzas) es, lo que en esta sociedad más abunda, una auténtica parásita.

Pero por favor, no todo iba a ser biología, permítanme desearles unas muy felices Navidades y un próspero año nuevo, que yo por lo pronto, pese a parásitos y otros menesteres, lo estoy disfrutando como una desquiciada. Con muchísimo cariño, desde mi teclado directo a todos vosotros. ¡Feliz Navidad!

La insoportable levedad del ser

Siempre me ha gustado ese título, un maravilloso libro que, recientemente, han recomendado a un gran amigo, recomendación que yo, por descontado, he secundado. Para los que ni siquiera les suene, "La insoportable levedad del ser" es un libro en el que Milán Kundera le "saca los colores" al pensamiento del archiconocido filósofo René Descartes. Como alguno habrá oído alguna vez, Descartes nos decía esa maravillosa frase de "pienso luego existo" ("cogito ergo sum" en su latín original) pero Kundera, no contento con ese pensamiento tan generalizado, analiza al ser humano desde lo que es en realidad, desde los sentimientos, porque mirándolo desde un punto un tanto irónico, pensar pensar, no todos los humanos piensan, y alguno hay que se empeña además en dejarlo cristalino como el agua de un manantial, pero sentir... ¡ay del pobre que no sienta!

Pues bien, Kundera le da un giro nuevo a las palabras de nuestro amigo Descartes diciendo que "siento luego existo", palabras sabias por donde las mires. Y aquí llega mi análisis de cena entre amigos, hablando sobre los sentimientos, decidí preguntar a uno de ellos cuál es para él el sentimiento que une a todo ser humano. Mi amigo, infestado por ese toque de hippismo y fe en las convicciones de Rousseau de "el hombre es bueno por naturaleza" me contestó lo que la mayoría de personas medianamente felices te dirían. El amor. Rápidamente me apresuré a decirle ¿el amor? ¿crees que todo el mundo nace con la suerte de que le amen? No hablamos sólo del "amor" como el amor hacia una pareja o hacia una amistad, si no el amor fraternal de un hermano, un padre, un abuelo... ¿crees que toda la gente tiene la suerte del día que abandona este mundo poder decir "he amado"? No, querido, el amor no es común, el amor es un privilegio que no apreciamos lo suficiente. El sentimiento único es otro, algo que nos une a todos, que hemos sentido de menor o mayor forma hacia otros, pero también, algo que los demás sienten con ferviente devoción. Es un sentimiento increíble, que puede llegar a cambiar todo lo que conocemos, alterando la realidad a nuestro alrededor. Mi amigo, loco por saber a qué me refería, me dijo, "¿el odio?", pero no, hay gente que tiene la fortuna de sentir que no ha odiado nunca, fortuna en la que me incluyo y espero poder seguir así, no, el odio no es común y general, lo que nos une con un lazo invisible es otro, es ese sentimiento que hemos sentido alguna vez y que otros sienten hacia nosotros, el sentimiento en cuestión, mis pequeños roedores, no es ni más ni menos que la envidia. ¿La envidia? Si, uno de los siete pecados capitales de la antigua Biblia, la envidia es algo que sentimos por los demás, por los que tienen algo que queremos, a veces es sana, en el mejor de los casos, pero la mayoría de las veces viene acompañada por un poco de maldad. El problema llega cuando la maldad se va de las manos. Proseguía mi conversación con mi amigo, ya centrada en un debate sobre tan adulador sentimiento, cuando acerté a decirle "querido, si la gente te envidia, puedes estar contento, habrás conseguido algo bueno en esta vida, pero si por otro lado, quien te envidia llega a límites que rallan la sociopatía hacia ti, debes sentirte no sólo contento, si no orgulloso, porque entonces habrás conseguido algo realmente grande"

Y es así, a veces necesitamos pararnos a reflexionar, a ver a todos esos que están alrededor y a darnos cuenta de que tal vez, debamos estar orgullosos o por lo menos, contentos, y a quien le pique, como dice el dicho, que se rasque.

Buenas noches queridos!

lunes, 21 de noviembre de 2011

Esto no es política, es coherencia

Estimado compañero:

Como habrás podido comprobar en ya múltiples ocasiones, no cedo a determinadas cuestiones. Mis convicciones son claras y si hace una semana, un mes o el tiempo que yo misma estimara conveniente decidí informarte de que no es mi intención ni para mí un gusto el tratar la política en público, hoy ante tu acto contradictorio me veo en la obligación de recordarte algo. Discúlpame si tomo estas distancias, pero no quiero que esto pueda causar en alguien determinada aversión o rechazo hacia mi, no me considero experta en ningún tema, pero ahora no hablamos de experiencia, hablamos de lo que, según tu criterio, compañero, significa "ser justo". Ante tu insistencia no he cedido a contestar ninguna de tus proclamaciones, pues la libertad de expresión consiste en eso, en dejarte decir lo que creas conveniente, mas no puedo resistirme a hacerte saber que tus proclamaciones no se sostienen en la medida de que si pides a los demás que cumplan algo, ¿cómo osas no hacer tú lo mismo por ellos? Querido compañero, todo el que me conoce sabe que no demuestro aversión alguna a determinado círculo social, y tú mismo me pides, o incluso me demandas, sin saber si quiera mi opinión, que respete a este círculo y que de no hacerlo, seré algo incluso peor que un demonio. Pero mi inquina es esta, amigo, tú tachas de "malvado" a aquel que no opina lo mismo que tú, le acusas de faltarte al respeto (en este caso a mi hacia ti) sin saber si quiera la opinión, y sin embargo, yo, que te respeto y no te digo nada en tu contra, he de oir como me sermoneas sobre lo que es justo, honesto y respetuoso a la vez que te mofas (y empleo este verbo conteniéndome, porque de haber sido solo mofas, no estaría yo así) de mi por el simple hecho de creer en Dios.

Llámame lo que quieras, eres libres de ello y no voy a maldecirte, pero lo que me hierve la sangre es oír hablar de "justicia" y de "respeto" a individuos que no saben el significado de esa palabra. Pero tengo que darles las gracias, tengo además que agradecerte, querido compañero, tu intervención, puesto que de no haber sido así, seguiría sintiendo esa especie de "miedo" o esa especie de "culpa" cada vez que salgo de misa, en lugar de hacerlo con la cabeza bien alta.

Puede que esto te parezca política, ten por seguro que no es mi intención. Mi intención, querido amigo, es demostrarte que las palabras son un arma poderosa, pero de doble filo, y que mi cabeza va más allá de tus politiqueos, y por eso no me detengo en ellos, pero aceptame un consejo que te servirá siempre, no digas nada que no estés dispuesto a reforzar con tus hechos.

Espero no haberte molestado, querías mi opinión y es esta,

sinceramente,

Yo

domingo, 20 de noviembre de 2011

Días de lluvia

El alumno levantó la mano y preguntó para saciar su curiosidad:
- "Profesor... ¿y qué es para usted el ser humano?"
El profesor, sin poder contener su alegría ante tal pregunta, respondió:
- "El ser humano es, según dicen los entendidos, siempre racional, habitualmente lógico y nunca erróneo, "la máquina perfecta"..., pero a mi modo de verlo, son patrañas. El ser humano pocas veces es racional, porque se guía más de lo pasional y lo instintivo que de lo que la razón dicta. Ésto inevitablemente conduce a convertirlo en algo ilógico, puesto que sus convicciones de hoy mañana cambiarán y le darán la espalda, se contradirá a si mismo y se sumergirá en pensamientos que no conducen a nada, lo cual, mis queridos alumnos, le lleva, por ende, a ser siempre erróneo. Todas sus decisiones serán cuestionadas, en el mejor de los casos, por otros seres tan incomprensibles como él mismo, pero habitualmente se encontrará con un juez peor, él mismo y pasará días y noches cuestionándose sus acciones y convicciones. Y puede que os desmoralice, creedme no es mi intención, no pretendo evocaros a un Schopenhauer trasnochado ni al Sherlock Holmes de sus mejores tiempos, cuando analizaba minuciosamente el comportamiento de esos extraños animales llamados humanos, sólo quiero advertiros de que el error no es algo exclusivo, de que la ilógica no es comportamiento de locos y sobre todo, de que la duda y el remordimiento, suelen ser compañeros eternos de viaje."